lunes, 25 de mayo de 2009



















¿Mejorará la educación con una comisión?



El país entero sabe que las comisiones son mecanismos burocráticos para salvar situaciones que no llevan a ningún puerto, y la "medicina" prescrita es peor aun que la enfermedad.

Dr. Ricardo B. Maccioni.
Científico

Profesor Titular Universidad de Chile.

La inserción de Chile en el mundo globalizado significa el desafío de incrementar la eficiencia y productividad. No es posible mantener niveles de competitividad sin recursos humanos calificados. El sistema educacional chileno está en la UTI, y desde hace más de 15 años se insiste en dicha preocupación, sin resultado alguno hasta hoy. El gobierno actual anunció que llevaría a cabo una auténtica revolución en la educación. Nada de ello siquiera se ha iniciado, y más bien son los propios educandos quienes han hecho explosionar un problema de larga data, debido al lento accionar de los gobiernos de la Concertación. El Ejecutivo anuncia, entre una serie de medidas, que: (i) deberá mejorar la calidad de la educación y (ii) se nombrará una Comisión Asesora Presidencial. Respecto de la primera, si no se indica cómo se llevará a cabo tan esperado incremento en la calidad, esta medida no tiene más que un valor anecdótico. En cuanto al segundo punto, el país entero sabe que las comisiones son mecanismos burocráticos para salvar situaciones que no llevan a ningún puerto, y la "medicina" prescrita es peor aun que la enfermedad. Se supone que los criterios los tienen en el ministerio, y están los expertos que hicieron el programa de gobierno, además de la ayuda de concienzudos informes técnicos sobre el tema, incluyendo, entre otros, el de José J. Brunner y colaboradores.

La calidad de la educación básica y media se incrementa mejorando el nivel de formación y postítulos de los docentes. Ellos tienen la responsabilidad de enseñar, y las actuales falencias obviamente no son culpa de éstos. Son precisamente los docentes los que han enviado señales en todas direcciones para mejorar sus capacidades de enseñar, y ninguno de los cuatro gobiernos de la Concertación ha recogido esta iniciativa. Son más bien grupos de privados y algunos empresarios los que -conscientes de este grave problema- han buscado sus propias soluciones e iniciativas. Se habla de la necesidad de innovación y de nuestra inserción en la sociedad del conocimiento, pero ni siquiera se logran articular posibles políticas para generar innovación con la estructura educacional. Es evidente que éstas deben abordarse de manera integral, pues educación-ciencia-innovación constituyen un eje continuo y dinámico. De acuerdo a los índices, la peor situación se manifiesta en el área de la enseñanza de las ciencias experimentales.

Un informe del International Science Report y el estudio comparativo del TIMSS entre varios países indican que los estudiantes chilenos rinden dentro del percentil más bajo. Sólo el 4% de ellos comprende los conceptos científicos, y, peor aún, no más del 7% de los profesores de ciencias conocen bien los tópicos que ellos mismos enseñan.

Existe un total estancamiento en el mejoramiento de la calidad de la enseñanza, y se requiere cuanto antes de energía creadora. Programas tan exitosos como el proyecto "Semilla" quedaron sin financiación, sin que haya habido reacción alguna del Gobierno para lograr mantenerlo, pese al clamor de cientos de profesores del área de la biología en Chile. La evaluación docente, implementada por el gobierno anterior, se convierte en un mero trámite burocrático, ya que no hay programas de actualización de conocimientos de alto nivel para esos docentes que no aprueban dicho examen. ¿Cómo recuperamos a estos docentes para que vuelvan a sus escuelas? ¿Tienen ellos la culpa de haber quedado abandonados a su suerte y atrapados en un sistema que no funciona? Evidentemente que no, ya que los profesores no mejorarán sus conocimientos ni su experticia estudiando solos en sus casas.

Ante la inacción del sistema público, sectores de la sociedad se organizan con una enorme mística en determinadas comunidades para enfrentar el problema, con muy pocos recursos. Un ejemplo son los programas de desarrollo de Talagante, Melipilla e Isla de Maipo para lograr una enseñanza moderna de las ciencias con laboratorios adecuados y docentes de primer nivel. Ha sido sólo la comunidad organizada y algunos alcaldes visionarios los que han enfrentado el problema.

El Ministerio de Educación se aboca a la parte programático-pedagógica, pero no se ha atendido de manera integral el perfeccionamiento de los docentes, a la luz de los avances del conocimiento. Aunque ciertos aspectos de la LOCE juegan un papel importante en la calidad de la educación, no son decisivos. Tampoco es un problema de programas de estudios. Debemos enfatizar que el problema va por el lado de la formación de los profesores.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ricardo, recuerdo que este comentario lo escribiste al inicio del gobierno de la Presidenta Bachelet. Hoy, a casi cuatro años de la creación de la famosa Comisión de Educación, con más de 80 integrantes,, vemos con pena que se han perdido 4 años más para la solución de este puzzle. Es cierto, se cambió la ley, pero las cosas no avanzan sólo porque hay una ley, eso está claro.
Los niños chilenos deberán seguir esperando ¿Hasta cuándo?.