lunes, 25 de mayo de 2009



















Royalty minero y generación de innovación.



La totalidad de este fondo debe ir a innovación, a través de programas concursables.

Dr. Ricardo B. Maccioni.
Científico

Profesor Titular Universidad de Chile.

Un informe de Naciones Unidas de octubre de 2005 advierte sobre la creciente brecha entre los países en vías de desarrollo que se están incorporando a la "red global de la innovación" y los que han fallado en esta tarea. Por otra parte, el foro económico mundial de Davos de enero pasado evidenció la necesidad de desarrollar innovación para sobrevivir en el mundo que viene.

Innovación es el resultado de la creatividad de eso no hay duda. ¿Pero qué es lo que hay detrás de una mente creativa? El neurobiólogo Keith Sawyer, autor del libro "Explicando la creatividad: la ciencia de la innovación humana", concluye que el innovar no requiere de procesos mentales específicos, sino más bien es el resultado de la aplicación de un complejo trabajo mental previo que activa determinados mecanismos cerebrales. Quien está en dicha labor creativa va generando ordenados esquemas mentales durante un cierto período, la base para el evento creativo que se genera al conectar una idea repentina con el esquema mental que se estaba elaborando. Por ello, el evento creativo puede ocurrir en las situaciones más inesperadas: viajando en un bus, contemplando un paisaje, o simplemente viendo un objeto, lo que gatillará asociaciones que activen dicha conexión.

Una vez generada, la innovación tiene un impacto social indiscutible. Michael Schrage, director del programa Iniciativas de Mercados, del prestigiado MIT, en Boston, ha concluido en un lúcido estudio que ésta debe operar desde abajo hacia arriba, que es precisamente la fórmula exitosa con que se ha gestionado la innovación en Estados Unidos. Así, la innovación es una función que los consumidores deciden utilizar, independiente de si lo hacen de forma lógica. Plantea este autor que hay que poner los prototipos en manos de las empresas, y también de los consumidores, para que los experimenten y se familiaricen con ellos, y que como resultado de esa experimentación, innoven junto a los expertos. En suma, no son los especialistas quienes tienen que decidir qué debe llegar a la gente, aunque ellos son claves en la cadena creativa que lleva a la innovación. Debe darse paso a la "democratización de la innovación". Los científicos generan nuevo conocimiento y plantean ideas innovadoras, y éstas se ponen a prueba a través de fases de estudio y competitividad, y luego con la participación de las empresas y, finalmente, los consumidores.

Nuestra labor científica es sin duda una tarea de élites. En ciencia no cabe otra opción que la excelencia tras la búsqueda libre de una explicación para los fenómenos del universo y de los procesos vitales. El gran tema que toca precisamente a Chile es cómo beneficiarse del propio conocimiento generado intelectualmente en el país para proyectarlo hacia aplicaciones constructivas en el plano de la innovación. Ciencia, tecnología, innovación y desarrollo, aunque tienden a analizarse por separado, son elementos de un mismo conjunto. La ciencia fundamental y la aplicada son parte de un mismo proceso. Sin embargo, y siguiendo esta lógica, si queremos incorporarnos como país a esta red globalizada de la innovación, debemos rápidamente generar los caminos para ello.

El próximo gobierno de Chile asume este gran desafío, aún no logrado, y sin frenar el ímpetu de la investigación más orientada al plano académico, del conocimiento por el conocimiento, estamos en un momento en que es crítico enfocarse y crear los instrumentos para generar efectivamente innovación. De acuerdo con los estudios de Conicyt, el número de patentes generadas anualmente en Chile apenas supera los dos dígitos, y en su mayoría son extranjeras. Una cifra ínfima para un país que ya se considera que pasó la barrera del subdesarrollo.

Existe gran expectativa en la forma como se distribuirán los recursos del royalty minero, que aunque limitados aún, deberán ser el principal motor para generar innovación. La comisión que estudia su implementación considerará sin duda estas variables. Es por ello que la totalidad de este fondo debe ir a innovación, a través de programas concursables. No a proyectos de investigación fundamental, donde ya existen fondos adecuados para ello. Debe fortalecerse el Fondecyt siempre sobre la base de la calidad científica, y también los programas Fondap o Milenios, pero a expensas de otras fuentes de recursos, y para ello debemos confiar en los economistas del próximo gobierno. No es aceptable que los recursos del royalty vayan hacia iniciativas que, pese a sus logros, forman parte de otro contexto. Para ello debe crearse otro gran fondo para centros de excelencia, pero no a costa de los escasos recursos para generar innovación que aporta el royalty minero y que el país requiere con urgencia.

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