lunes, 25 de mayo de 2009



















Innovación Tecnológica para las Economías Emergentes.


Dr. Ricardo B. Maccioni.
Científico.

(Reproducido del libro: R.B. Maccioni (2007) “La Sociedad de la Innovación”, editorial Mediterráneo, Santiago, p. 83-92)

El renacimiento ha sido quizás una de las principales cunas para el espíritu innovador en el hombre. La historia del los siglos XX y XXI, desde la revolución industrial, está marcada por ciclos de procesos innovadores, en donde cada estallido de creatividad es seguido por etapas de decaimiento o de incubación para nuevos procesos. Son determinados países los que marcan una pauta, pero no existe la maldición histórica para que cualquier nación del mundo, si logra hacer las cosas bien pueda saltar hacia este “treadmilling” o correa sinfin del cultivo a la creatividad.

En los tiempos más recientes Finlandia parece ser un ejemplo modelo, en el que una economía basada en la exportación de materia prima en bruto o con poca elaboración como la industria forestal y las maderas abre paso a la industria electrónica, y en ella la de telefonía móvil que hoy se comercializa en todo el mundo. En la actualidad la mayor ponderación de la capacidad exportadora de Finlandia se evidencia en esta industria que requiere de una sofisticada capacidad inventiva. Hemos analizado en párrafos precedentes que la apuesta a fortalecer la ciencia fundamental pero con una visión hacia los grandes problemas del país y los negocios, logra producir este importante fenómeno. Hay un punto que está meridianamente claro, el que el problema para promover innovación no reside sólo en invertir que es lo que siempre las comunidades de científicos están solicitando, sino en políticas inteligentes y visionarias, que logren captar con adecuadas antenas donde debe invertirse en ciencia para generar resultados beneficiosos tanto para la ciencia como fenómeno global como para un país.

Un corolario del análisis anterior es que los países con economías restringidas que se alejen del sistema de innovación les será muy difícil retomar su cauce e incorporase a una avasalladora sociedad de la innovación. Este paso requiere de una importante inversión para generar una capacidad innovadora, pero antes que nada se requiere de dos elementos fundamentales: de ideas nuevas altamente creativas, y de ir creando una cultura para la innovación. Estos elementos se retro-alimentan de manera lógica, pues las ideas van a ir estimulando el establecimiento de una cultura innovadora, y a su vez ésta va a ser un caldo de cultivo magnífico para la generación de nuevas ideas.

El análisis de los economistas, aún siendo de diferentes escuelas de pensamiento, llega a la conclusión que para que se logre crecimiento de un país con una economía aun restringida se requiere de al menos tres factores, entre otros varios: 1) Mayor capacidad de inversión en los mercados locales y la internacionalización de la economía; 2) Innovación tecnológica y fortalecimiento de la industria; y 3) Educación.

El primero es evidente, y ha sido objeto de decenas de concienzudos estudios. Sin embargo un elemento debe destacarse: la necesidad de generar confianzas en los potenciales inversionistas externos, lo cual se logra de manera natural con la estabilidad política de una nación y de su gobernabilidad. En los tiempos actuales no basta argumentar que un país que cultiva la democracia tendrá asegurado un óptimo nivel de inversión, sino también debe demostrar que tiene gobernabilidad y como país el espíritu de avanzar hacia determinadas metas con la participación de las mayorías, de los empresarios e inversionistas, de sus intelectuales desde sus estructuras políticas en un contexto integral. El fenómeno de la globalización genera desconfianza entre las muchas economías emergentes porque el fenómeno global pareciera incrementar la brecha entre las economías del primer mundo y las del mundo en desarrollo. Sin embargo la globalización ha dado muestras claras al mundo de un efecto positivo en ellas por ejemplo, incrementando el acceso a las tecnologías e incorporando países con economías emergentes al mundo global. Entonces el gran tema es ¿Cómo lograr un gran esfuerzo para validar la globalización frente a los países más pobres del mundo? La gran diferencia estaría dada por la internacionalización de las economías, no sólo generando tratados comerciales con diferentes grupos de países de los grandes bloques NAFTA, ALCA, APEC, MERCOSUR, etc., sino que ir incorporándose al gran consorcio de los países que llevan a cabo innovación tecnológica de manera eficiente y con frutos demostrables.

El problema de mayor envergadura parece residir en la educación. La inserción de una economía como la de Chile en el mundo globalizado significa el desafío de incrementar la eficiencia y productividad. No es posible mantener niveles de competitividad sin recursos humanos calificados1. Se habla de competitividad para adecuarse a los cambios del mundo actual, pero ello requiere a la vez de cambios significativos para optimizar la calidad de la educación. Entonces la educación aparece en este contexto como un tema de supervivencia, los países no sobreviven si no incorporan políticas educacionales acordes para que sus ciudadanos conozcan el mundo en que están viviendo, para que se impregnen de los nuevos logros de la ciencia, y estén conscientes de lo que es posible alcanzar como seres humanos. La educación no sólo entrega información, sino permite que las personas se integren a la sociedad del conocimiento, obtengan trabajos de mayor capacidad y que aporten con capacitación apropiada al trabajo empresarial, que les permitan salir de la pobreza y de paso mejorar las condiciones de vida de su entorno familiar y medio ambiente. La educación entrega las herramientas para tomar decisiones de manera adecuada y entrena al cerebro humano para comprender el medio que nos rodea, decidir los planes futuros y trasmitir sabiduría a los descendientes. Un país como Chile debiera crecer sobre el 7% y no lo esta haciendo desde hace ya varios años. Talvez, entre otros, uno de los obstáculos más importantes para ello sea la limitación en el sistema educacional. Se forman nuevos doctores en las diferentes disciplinas, pero en Chile el número de profesionales con doctorado no alcanza al 4% . Hay que mejorar la educación desde el nivel básico. Nuestros niños deben al menos comprender lo que leen, y sólo una proporción mínima logra ese objetivo.

La calidad de la educación se incrementa mejorando el nivel de formación y post títulos de los docentes a cargo de esta tarea fundamental para toda sociedad como es la educación. Se deben articular posibles políticas para generar innovación con la estructura educacional y abrir un gran espacio para la formación técnico-profesional de alta calidad. Es evidente que éstas deben abordarse de manera integral pues educación-ciencia-innovación constituyen un eje dinámico. De acuerdo a los índices, la peor situación se manifiesta en el área de la enseñanza de las ciencias experimentales. Un informe del International Science Report y el estudio comparativo del TIMSS entre varios países indica que los estudiantes chilenos rinden dentro del percentil más bajo. Sólo un 4% de ellos comprende los conceptos científicos, y peor aún no más de un 7% de los profesores de ciencias conoce bien los tópicos que ellos mismo enseñan, lo que se va haciendo cada año más grave a la luz de los avasalladores avances y la emergencia de nuevos paradigmas en el conocimiento científico. Existe un total estancamiento en el mejoramiento de la calidad de la enseñanza y se requiere cuanto antes de energía creadora.

La educación es un problema de país y su calidad debería ser la más importante prioridad. Si las políticas públicas no operan, es la comunidad organizada y algunos líderes visionarios quienes deben enfrentar el problema. Hay que enfatizar que el problema va por el lado de la formación de los profesores, docencia que no está siendo fiscalizada de manera estricta, en un marco en que se forman profesores en instituciones que funcionan con las mínimas exigencias de ingreso y en sus procesos de formación. Si se llegaran a articular mecanismos para una educación de alta calidad, se podrá obtener enormes beneficios del mejoramiento de su capital humano que constituye su principal riqueza como nación. Para ello debe iniciarse de manera urgente un vasto programa de perfeccionamiento docente. Los datos en materia de política educacional en países como Finlandia indican que para llenar 100 vacantes para ingresar a estudiar pedagogía postulan 10.000 personas. La selección es acuciosa y nos demuestra lo importante que es para otras naciones la formación de los pedagogos.

Una etapa determinante es solucionar el grave déficit en la educación en las ciencias, problema común a toda América Latina y en economías no industrializadas de otras extensas regiones del mundo en desarrollo. En Chile se han fortalecido los programas de doctorado, se han creado carreras en el área biotecnológica, pero sólo el 15% de los doctores en ciencia trabaja en el sector privado, y los nuevos ingenieros en biotecnología egresan con una sólida formación tras aprobar complejas tesis científicas, pero con un desconocimiento notable de la realidad empresarial y su campo laboral. Es crucial comenzar a cambiar las estructuras de enseñanza desde la educación básica, con una mayor orientación de los jóvenes educandos hacia los valores de la capacidad de asombro ante el descubrimiento, y del ímpetu hacia la búsqueda y la indagación. Si a ello se le suma una educación formal en las ciencias, sus logros y sus enfoques, tendremos gradualmente una población cada vez más educada en la realidad de las ciencias y en el mundo de la tecnología. Ello es posible, y más allá de países modelo como Nueva Zelanda, Finlandia, Irlanda e Israel, también las emergentes economías del Asia Pacifico han logrado generar planes de desarrollo de la educación en ciencias muy avanzados que ya están cosechando los frutos que se han traducido en un mayor impacto en nuevas tecnologías y en su capacidad global de innovación. Corea, Malasia y Singapur son ejemplos notables, países que sólo cuarenta años atrás tenían economías tercer mundistas comparables a los países pobres de América Latina y de Africa, hoy son potencias económicas reconocibles que han entrado a la sociedad de la innovación.

El gran desafío es atreverse a dar el salto e intervenir en el sistema educacional con conocimiento de causa. Grave sería que nos quedemos con el diagnóstico descriptivo de sus falencias y no saber como resolver el problema, una característica común a varios gobiernos de América Latina. Chile por ejemplo que muestra cifras de desarrollo económico importantes presenta aun falencias graves en el sistema educacional, y más serias aún en la educación científica. Por supuesto, estoy planteando que corremos el riesgo de estancar nuestro desarrollo.

La relación que vincula la educación con el crecimiento económico se sustenta en la unidad integradora: Educación-Investigación Científico-Tecnológica -Invenciones (Propiedad Intelectual) - Innovación-Desarrollo. Si esta unidad se repite de manera cíclica con una retro-alimentación positiva, en la que más desarrollo lleva a un mejoramiento sustantivo de la educación, estaremos resolviendo la gran ecuación que lleva al crecimiento económico y luego a la reducción de la pobreza y por lo tanto el salto al desarrollo.

Los países con economías restringidas, pero con la voluntad de entrar en el camino del desarrollo requieren con urgencia cambiar sus esquemas de exportación, enfocándose a la generación de productos con un alto valor agregado. Es imperioso crear miles de nuevas empresas vinculadas a la ciencia y la tecnología, de las cuales aunque sólo un 5% tenga éxito, darían un impulso para catapultar el desarrollo basado en la economía de la innovación. Por otra parte este impulso sería determinante para el crecimiento de estas economías emergentes, por sobre los niveles en los que es esperable puedan superar sus problemas de distribución de la riqueza. En Chile es el sector empresarial, más que el Estado, el que está impulsando un cambio en esta visión para alentar una capacidad innovadora, todo dependerá de cuan sólidamente se vaya consolidando esta cultura de la innovación.

El fenómeno de la globalización, si bien acarrear limitaciones a las economías emergentes, puede a su vez tener algunos beneficios. El periodista y sociólogo Thomas Friedman2 ha planteado esta idea de globalización al decir “la tierra es plana” . Esto quiere decir que las distancias entre las naciones son cada vez más pequeñas. Las nuevas tecnologías están haciendo posible que la geografía sea cada vez más irrelevante para decidir dónde situar un negocio. Una empresa de ordenadores de U.S.A. puede tener la producción en Corea o Singapur y el servicio de atención al cliente en China o en Sudamérica. Estas tecnologías facilitan también que el aplanamiento promovido por la globalización, funcione entre empresas; una empresa pequeña con una buena idea puede ponerse en marcha y competir con las grandes gracias a los adelantos de la técnica. Si el producto es bueno, tener una buena cadena de distribución será de ayuda. Para una empresa de hoy es más importante tener una buena página web que unos despachos lujosos. Una conclusión muy positiva a este nivel es que lo más importante son las ideas, y así naciones pequeñas con economías limitadas pueden dar el salto en innovación y llegar a ser altamente competitivas, con políticas inteligentes que hagan florecer estas nuevas ideas y expandirlas.

El gran dilema es innovar para dar un salto cuantitativo al desarrollo o continuar sólo invirtiendo en negocios de limitada capacidad tecnológica. El mundo ha cambiado de manera abrupta su capacidad de trasmitir la información y más del 90% del planeta está dominado por el lenguaje digital que cambió los estilos de vida. Tampoco podemos soslayar que cada cinco años se duplica la cantidad de información que dispone el hombre.

El mundo está cambiando además por la irrupción de las ciencias de la vida en los modernos esquemas de negocios, basta ver el crecimiento de la industria biotecnológica y bio-farmacéutica en el mundo desde los años 70´s hasta hoy. La simple inyección de material genético del núcleo celular de una célula somática de una oveja, en ovocitos desprovistos previamente de su núcleo, seguida de una estimulación energética para incitar el proceso, llevó a generar un clon genéticamente idéntico de ésta (la oveja Dolly). Se obtuvo provecho de este descubrimiento para producir ganado de alta selección o incorporar al DNA de una vaca el gen para la producción de una determinada hormona de importancia en la medicina humana, con el objeto de producirla de manera industrial. Actualmente se produce en Argentina con fines industriales vacas clonadas capaces de producir más leche y carne que sus congéneres no clonados. Hay modelos de vacas genéticamente modificadas con genes humanos que pueden también producir determinados medicamentos. Son experimentos que se ven hoy de manera rutinaria en países con economías aún restringidas pero que hacen intentos por entrar en la era de la innovación. La ingeniería genética nos entrega poderosísimas herramientas para usar de manera inteligente la información e impactar en la biotecnología, en una industria que aún tienen mucho que entregar al mundo y a la solución de problemas de la salud de sus habitantes. Lo fundamental es generar una capacidad para adaptarse a los cambios en un mundo que nos sorprende día a día con tecnologías altamente innovadoras.

Como ejemplos, los procesos de biotransformación han llevado a países como Brasil a generar gran parte de su propio combustible a partir del exceso de producción de la caña de azúcar. Se ha logrado fabricar recipientes de plástico biodegradables que no contaminan el medio ambiente. En Chile se ha logrado con la tecnología producir vinos de alta calidad, además de producir cultivos orgánicos para esta industria del vino lo que permite obtener un producto libre de contaminantes y de creciente demanda en mercados más exigentes y sofisticados. Ello ha significado un cambio de mentalidades, y este ejemplo debería proyectarse a otras industrias en las cuales es posible lograr alto valor agregado a partir de procesos de innovación.

Bibliografía

1.- Brunner J.J., Elacqua G., Tillett A., Bonnefoy J., Gonzalez S., Pacheco P. y Salazar F. (2005) “Guiar el mercado: Informe sobre la educación superior en Chile”. Eds. Universidad Adolfo Ibáñez.

2. Friedman T.L. (2006) “The world is flat: A brief history of the twenty-first century”. Ferra, Stratus and Giroux Editors, New York, 462 pp.

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